Luis Buñuel y el cine que toma partido
WLADIMIR ABREU. Especial para TP
Profesor de Historia y Filosofía
Docente de la Universidad de Carabobo
Miembro del Comité Central del Partido Comunista
Anarquista de joven, surrealista más tarde, comunista en su madurez, antifascista y ateo siempre, el cineasta español Luis Buñuel (1900-1983) representa una de las cumbres máximas de la historia del séptimo arte.
Aunque de familia acomodada, en su niñez conoció la miseria de la España rural, y desarrolló una aguda sensibilidad social a la par que una disposición estética de avanzada. Comprometió su arte con la denuncia de las injusticias sociales y económicas.
Inicialmente pensaba estudiar Agronomía, pero terminó matriculándose en Filosofía y Letras. Vivió en la famosa Residencia de Estudiantes de Madrid, donde se vinculó al movimiento cultural de vanguardia y a personajes como Federico García Lorca, Rafael Alberti y Salvador Dalí.
En 1926 partió a París. Allí se enamoró del cine, y trabajó como asistente de dirección, ayudante de cámara y hasta actor. Bajo el influjo del surrealismo, produjo en 1929 junto con Dalí su primera película, Un perro andaluz.
Con la proclamación de la segunda república española en 1931, Buñuel regresó a su país. En esta época, se separó del surrealismo, se afilió al Partido Comunista y realizó su filme documental Las Hurdes, tierra sin pan, basado en un estudio antropológico que retrata el atraso y la miseria de un pueblo en las montañas españolas.
Crítica de los valores burgueses
Buñuel usaba el cine como un arma al servicio de la crítica descarnada de los valores de la sociedad burguesa; no creía en la neutralidad comercial del cine, a la que siempre desdeñó, pues comprendía que «La imaginación humana es libre, el hombre no».
Al inicio de la guerra civil española (1936-1939), salió de España y trabajó en labores propagandísticas al servicio del gobierno republicano. Viajó a Hollywood en 1941 para estudiar sus métodos producción de cine, aunque nunca adoptó los cánones del cine comercial.
Tras la guerra mundial, se estableció en México, en donde creó grandes obras como Los olvidados, Viridiana y El ángel exterminador. La primera de ellas escandalizó a la sociedad mexicana por la crudeza con que retrataba la vida de los niños en los barrios pobres.
En los años 70, vivió y trabajó principalmente en Francia, donde realizó sus películas más exitosas, como Belle de Jour y su inolvidable El discreto encanto de la burguesía, ganadora de un Oscar en 1972. Su última película fue Ese obscuro objeto del deseo, que critica al pesado fardo de la educación cristiana y la hipócrita moral burguesa.
(Articulo publicado por primer vez en Tribuna Popular el 7 de octubre del 2018)
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