Alberto Lovera: héroe y mártir del pueblo venezolano

 Articulo publicado por primera vez el 7 de octubre del 2011 en Tribuna Popular

 El camarada Alberto Lovera, el “Cojo Lovera”, el profesor Lovera; nunca fue profesor, fue comunista, fue un proletario. Había nacido en Juan Griego en la isla Margarita. Lovera es convertido en profesor debido a un ardid propagandístico de la Juventud Comunista en la UCV, en octubre de 1965, para llamar la atención en torno a su desaparición.

Alberto Lovera fue fundador de la Juventud Comunista, dirigente y trabajador petrolero en el Zulia, destacado organizador de la gran huelga petrolera de 1950.

En 1952 es elegido diputado al Congreso Nacional, cargo que nunca asume en rechazo al fraude electoral realizado por la dictadura robándole el triunfo a Jóvito Villalba, quien no fue lo suficientemente valiente a la hora de defender los resultados.

Vital combatiente y organizador de la clandestinidad comunista frente a la dictadura militar de Pérez Jiménez, dirigente de primera línea en las acciones que desembocaron en el 23 enero de 1958 en la ciudad de Caracas, que pondrían fin a la dictadura. Conquistada la democracia participa activamente en las movilizaciones frente a las intentonas de los militares perezjimenistas y cuando la camarilla de Betancourt y Caldera comienzan a aislar y atacar al Partido Comunista, el camarada Lovera jugará un papel destacado en la organización de las primeras brigadas de autodefensa que se baten frente a los mercenarios adecos de la Sotopol.

Luego del III Congreso del PCV y establecida la línea insurreccional, el camarada Lovera es designado Secretario del Comité político-militar del Partido; organizando el aparato combativo de los comunistas venezolanos, que en los primeros años de la lucha armada realizaran acciones espectaculares que causan asombro en gran parte del mundo.

El 18 de octubre de 1965 a las 6:00 pm es detenido en la Plaza de las Tres Gracias, interceptado su vehículo por esbirros de la DIGEPOL encabezada por el dudoso “capitán” Carlos Vegas Delgado. Era Ministro de Relaciones Interiores el tristemente célebre Gonzalo Barrios.

Alberto Lovera es llevado a la sede de la DIGEPOL en el Edificio “Las Brisas” siendo salvajemente torturado. Era director de la Digepol J.J. Patiño González. El auto de Lovera es visto por varios testigos en el sótano de ese cuerpo policial, especie de Gestapo venezolana.


El 23 de octubre en horas de la noche es llevado al Retén “Planchart” en Puente Mohedano y allí sigue siendo torturado hasta que sus verdugos deciden trasladarlo al Campo Antiguerrillero de “Cachipo” en el Estado Monagas, donde los militares se niegan a recibirlo, prefieren que los digepoles culminen su trabajo, seguramente ya tenían suficientes comunista a quienes torturar y asesinar.

El criminal gobierno de Ancha Base (como se hacía llamar el gobierno de Leoni) esparció la mentira de que Lovera había sido asesinado por diferencias internas entre los comunistas, en un enfrentamiento entre “duros” y “blandos” propaganda goebbeliana creada de parte del Jefe de la DIGEPOL, Patiño González.

La historia ha corroborado que parte del ensañamiento en la tortura y asesinato de Lovera, se debió a que sus captores, criminales con placa, querían a parte de golpear al Partido Comunista, obtener de Lovera información sobre finanzas del Partido, que estaban bajo el manejo del camarada; por supuesto la reciedumbre y moral de un dirigente comunista primero contempla la muerte que la traición al PCV y a la clase obrera.

El 27 de Octubre, en las playas de Lechería, Estado Anzoátegui, el mar no se volvió cómplice del crimen y devolvió el cuerpo de Alberto Lovera, a pesar de que le ataron una cadena con un pico para desaparecer el cadáver en el fondo del mar. La exhumación demostró que sus dedos habían sido rebanados, sus vértebras cervicales desprendidas.

Tres nauseabundas figuras tienen especial papel en el asesinato de Alberto Lovera: Helímenes Chirinos, el delator que afirma que Lovera tenía en su poder 500 mil bolívares, que los digepoles querían robarse; el traidor Raúl Peña Palencia, quien participó en las torturas; y Aníbal González, traidor que entregó Lovera a la Digepol a cambio una casa en Propatria.

La historia es el más grande tribunal y la gran vengadora de las nobles causas. Hoy la memoria de Alberto Lovera se erige como un monumento a la firmeza, a la honestidad proletaria a carta cabal, a la más palpable demostración de que los verdaderos revolucionarios, son como el gran revolucionario francés Robespierre, “incorruptibles”, poseedores de la convicción que anida en el corazón de todo comunista, que la causa de la clase obrera es sagrada y por lo tanto la muerte es preferible a la traición.

A 46 años de su martirio ¡viva Alberto Lovera, héroe de la clase obrera y del pueblo venezolano!

*Profesor de historia.


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